Queda huérfano y es criado por una tía. Ya desde chico le
gustaban las cosas de Dios. Componía altares e imitaba a los predicadores. De
adolescente era se cuidaba de hablar y actuar con pureza.
Cuando tenía 20 años hubo una gran peste en Italia que arrasó
a Siena. El y otros jóvenes amigos suyos fueron al hospital y sirvieron por 3
meses hasta que acabó la epidemia.
A los 22 años lo dejó todo para entrar en la comunidad
franciscana. Tanto movía los corazones con su prédica que se cerraban las
tiendas y hasta las clases en la universidad para escucharle. Se convirtieron
innumerables pecadores que venían a el arrepentidos.
Entró en la Orden de los Frailes Menores, se ordenó
sacerdote y desplegó por toda Italia una gran actividad como predicador, con
notables frutos.
Propagó la devoción al santísimo nombre de Jesús. Tuvo un
papel importante en la promoción intelectual y espiritual de su Orden;
escribió, además, algunos tratados de teología.
Propaga la devoción a la Eucaristía. Acostumbraba a llevar
consigo una tablilla, mostrando la Eucaristía con rayos saliendo de ella y en
el medio, el monograma IHS que el ayudó a popularizar como símbolo de la
Eucaristía. Fue gran reformador de la Orden Franciscana.
No faltan las pruebas: El Papa Martín V lo suspende como
predicador pero San Juan Capistrano, le ayuda a arreglar su situación.
Rechazó 3 episcopados, fundó más de 200 monasterios e
intervino para traer la paz entre dos bandos, los güelfos y los gibelinos.
A los 63 años se le apareció San Pedro Celestino que le
avisa de su muerte ya cercana, la que acontece en la vigilia de la Ascensión.
Muere en 1444 y seis años después es canonizado por el para Nicolás V.
Está sepultado en Aquila. Estuvo incorrupto y su ataúd
sangró sin cesar hasta que vino la paz entre los bandos que peleaban en la
ciudad.
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